El papel de la mujer en la educación
A partir del visionado de la conferencia :"La educación de las mujeres a lo largo de la historia" que organizó el Museo del Prado en conmemoración a todas las mujeres el 8 de marzo, he realizado un análisis crítico-argumentativo sobre la educación que han recibido las mujeres a lo largo de la historia.
Tradicionalmente las mujeres a lo largo de la historia
han sido desplazadas a un segundo plano, pues los testimonios y experiencias revelados,
han sido vivenciados y contados únicamente por los varones. En este sentido, el
colectivo femenino ha sido invisibilizado y olvidado en la humanidad, lo que
nos permite recapacitar sobre las causas de esta posición subordinada que se ha
otorgado a las mujeres, revisar la instrucción diferencial que llevó a cabo, y
reconocer la labor que ejercieron por su propio mérito.
De cualquier forma, en la Edad Contemporánea se sigue
la misma línea, la identidad femenina sigue limitada y condicionada, aunque se
acepta relativamente la necesidad de su formación. Sin embargo, debemos
destacar los argumentos en favor de las capacidades y derechos de las mujeres
defendidos por algunos autores ilustrados como Benito Feijoo, Campomanes,
Jovellanos y Inés Joyes que señalaban que las mujeres son seres racionales, que
también poseen la lógica y juicio. Al mismo tiempo, Josefa Amar y Borbón, afortunada
por ser privilegiada tras recibir una educación completa, pudo declarar
críticamente la responsabilidad de los varones respecto a su nula implicación
en esta causa igualitaria, especialmente, trató de culpabilizar su abuso de
poder, y denunció la sociedad hipócrita e injusta de la época. Afortunadamente la
aparición de estos discursos en el siglo XVIII va a provocar la reflexión y
revisión de la sociedad dominante para las mujeres.
Como consecuencia de este modelo de sociedad
patriarcal, los espacios están visiblemente distinguidos, ya que a los hombres
se les sitúa en una esfera pública, mientras que a las mujeres se les ubica en un
escenario privado, normalmente en el trabajo doméstico. Este último, es el
elemento central durante mucho tiempo de la sociedad capitalista, y a su vez
representa el papel que asumen las mujeres en este ámbito educativo y moral.
Además, este estigma va a desencadenar que las niñas puedan ser educadas a
partir de sus madres, las cuales tampoco habían ido a la escuela, y así
transmitir los valores propios del seno del hogar y los buenos modales de
generación en generación, ya que por lo demás no era necesario para su labor.
En contraposición, la escuela se ocupaba de instruir a los hombres en relación
con lo cognitivo, así como potenciar sus destrezas físicas. Esto además, lo
sostenían y legitimaban ciertas leyes del momento como la Constitución de Cádiz
de 1812, la cual realizó una escolarización masiva para los hombres excluyendo
de nuevo a las mujeres, y el Proyecto de Decreto para arreglo general de la
Enseñanza Pública de 1814, que perpetua la idea de las enseñanzas diferenciadas
entre sexos, luego la instrucción de las mujeres estaba de nuevo condicionada
por su condición biológica, y su única aspiración permitida era convertirse en
buenas madres de familia. Asimismo, en el momento que se plantea la cuestión de
si es vital que las mujeres asistan a la escuela, reconocemos que nunca
tuvieron la opción de ser formadas en las mismas condiciones, lo que significa
que fueron discriminadas, invalidadas y suspendidas de todo acceso a la
formación intelectual, y como consecuencia de su desarrollo. De este modo, el sistema
educativo y social ha sido partícipe de aceptar funciones jerárquicamente diferenciadas
dependiendo del sexo, distinguiéndose así dos prototipos de educación escolar.
Cabe señalar, que las mujeres se encontraban en una
minoría de edad constante, es decir, eran sumisas y dependientes primero de sus
padres y posteriormente de sus maridos. Esto quiere decir que el permiso de un
varón era preciso para tomar cualquier decisión propia sobre la administración
de sus bienes materiales. Todas estas observaciones se relacionan con la
emancipación, ya que para esto ocurriera necesitaban ser educadas, y así, poder
adquirir las herramientas que les permitiesen ser independientes, realizarse
personalmente y acceder al mundo laboral. Este movimiento en favor de la
educación de las mujeres fue resurgiendo hasta que, en 1870 la Asociación para
la enseñanza de la mujer apostó para que ellas, miembros de la ciudadanía al
igual que los hombres, fueran consideradas objeto de instrucción. De este modo,
se producen avances y se aspira a un modelo vanguardista de mujer culta con
conciencia política. Como resultado, se crea la Institución libre de enseñanza
de 1876, donde las mujeres seguidamente van a encontrar el terreno en el que
van a poder terminar de formarse intelectual y profesionalmente dentro del
espacio público, como en los institutos y universidades, así como van a poder
incorporarse en el mundo laboral con una más amplia variedad y prestigio de
diferentes puestos de trabajo.
A continuación, es conveniente recordar el coraje y
esfuerzo que dedicó Concepción Arenal, una persona que tuvo que disfrazarse de
varón debido a los impedimentos que la sociedad atribuía a las mujeres de poder
recibir una educación universitaria digna. Su discurso va a provocar un cambio
de perspectiva radical, dado que expone la explotación que sufren las mujeres
por no tener una educación decente y analiza las oportunidades laborales por
parte de los hombres, que resultan ser infinitamente mayores. De aquí en
adelante, se producen innovaciones educativas que suponen un cambio de
mentalidad y un gran progreso para la época, puesto que se crean a principios
del siglo XX las primeras instituciones educativas inclusivas, tal es el caso
de la Junta para la ampliación de Estudios que va a conceder a un grupo de
mujeres experimentadas en un ámbito específico, descubrir fuera de España, los
proyectos novedosos educativos para incorporarlos en nuestro sistema educativo
con el fin de modernizarlo. Esta oportunidad va a proporcionar ese estímulo que
necesitaba la sociedad para ser consciente del talento de las mujeres
intelectuales del país. En esta línea de
iniciativas, la Escuela superior del Magisterio o la Residencia de Señoritas, van
a experimentar una mejora pedagógica, aunque todavía los estereotipos sigan
vigentes en la sociedad y sean las clases medias altas las que puedan acceder a
ellas. Todavía cabe señalar el Instituto Escuela, fundado en 1918, el cual evoluciona
hacia la educación mixta, en el que niños de ambos sexos comparten aulas sin
hacer distinción alguna, sino que se ofrece una educación igualitaria y común
para todos. Todo esto parece confirmarse
en la Constitución de 1931, la cual reafirma la uniformidad de derechos, otorgando
a la mujer su lugar como ciudadana, entre ellos destacan el derecho a voto y el
principio de coeducación. Sin embargo, no se olvidan los elementos y
pensamientos propios del discurso tradicional que ha originado las diferencias
entre sexos, y que además ofrece a la mujer una doble preocupación, por un
lado, la de los cuidados del hogar y, por otro, la de atender la maternidad, una
función vital. De esta manera, los estereotipos siguen en vigor en la sociedad
y van resurgiendo en las generaciones posteriores.
En otro orden de ideas, la Ley de derechos políticos,
profesionales y laborales de la mujer de 1961, combate contra la discriminación
salarial y trata de proporcionar un preferible acceso para la mujer al campo
profesional y laboral. Sin embargo, este pensamiento no tuvo apenas apoyo y
repercusión, y se mantuvo la idea inicial. Por tanto, no es hasta la Ley
general de educación de 1970 que se establece el principio de igualdad de
oportunidades y de no segregación en la educación, pues se aíslan las diferencias
en función del género en el ámbito formal. De modo similar, la constitución de 1978
se muestra conforme a la igualdad entre mujeres y hombres, incluso fomenta las
propuestas con este preámbulo. Por la misma razón, se inaugura el Instituto de
la mujer en 1983, el cual organiza campañas e iniciativas que desde el enfoque
cultural, político o social defienden la causa feminista, y así las mujeres pueden
beneficiarse de las mismas posibilidades que los hombres. Esto no quiere decir
que se les quiera hacer de menos, todo lo contrario, que ambos se encuentren en
el mismo punto de partida. Para lograrlo, se realza a la mujer cuya posición
siempre ha sido subordinada respecto al hombre. Sin embargo, este término de
igualdad denominado feminismo tiende a concebirse con inexactitud, pues se
atribuye a ser el enemigo del machismo. Ahora bien, el feminismo es un
movimiento social que ha surgido en contrapartida a la discriminación, opresión
y explotación que han sufrido las mujeres en todos los planos a lo largo de
historia, y cuya única aspiración es lograr una igualdad de género.
En grosso modo, debido a los programas de igualdad que
se desplegaron, un señalado número de mujeres se incorporaron al mercado de
trabajo poniendo de manifiesto ese equilibrio. Algo semejante ocurre con la ley
de educación la LOGSE de 1990, que permuta esta exclusión social y educativa
por medio del curriculum, interpelando transversalmente la ecuación igualitaria
entre hombre y mujeres. Aunque en otro sentido, la realidad es compleja y
recoge la mentalidad que se ha cultivado prolongadamente en el tiempo, por
tanto, hasta que la ciudadanía no se acostumbre y se familiarice con
determinados valores, la sociedad soportará una transformación parsimoniosa y gradual.
En definitiva, si apelamos a los derechos educativos,
contemplamos que el colectivo femenino ha registrado reveladores avances,
especialmente en la esfera universitaria, a diferencia de otros contextos, en
los cuales tenemos presentes una desigualdad implícita y sutil de la que no
somos conscientes pero que continúa vigente en nuestra sociedad. Por tanto,
esto nos permite volver la vista atrás y recordar que no está todo hecho y que debemos
pugnar para que desaparezcan estas limitaciones que sufre la mujer. Es el caso
de la violencia de género, que está relacionado con el dominio y la potestad que
el hombre manifiesta sobre la mujer. A pesar de la época en la que vivimos,
desgraciadamente las mujeres subsisten en la misma línea de ser infravaloradas
y desestimadas en el ámbito laboral, pues carecen de un reconocimiento, se
hacen cargo de puestos de trabajo menos favorables, y directamente se
invisibilizan sus capacidades intelectuales, lo que se conoce con la segregación
horizontal. De modo idéntico ocurre con la brecha salarial, pues se subestiman
las capacidades de las mujeres por su naturaleza, acentuándose una
discriminación absoluta en el mercado laboral y económico, pues se concentra
una cantidad mayor de ingresos en los varones. En este sentido, se explica la
feminización de la pobreza, pues las mujeres alcanzan un nivel de misera ínfimamente
superior a los hombres, a pesar de ser el colectivo que de ningún modo ha dejado
de lado sus obligaciones. En concordancia con lo anterior, la sociedad
invisibiliza y no registra como valioso el trabajo de la mujer, ya que normalmente
se ha desarrollado en el ámbito privado. Cabe estacar, que desde el principio
la mujer ha tenido que sobrepasar obstáculos que le han impedido progresar
personal y profesionalmente, al igual que se le ha imputado un lugar
determinado en el cual debe crecer, lo que se atribuye como segregación
vertical.
En contrapartida, desde la educación se están
abordando los temas de igualdad con el fin de que no se produzca un retroceso,
ni se asuman unas creencias equívocas que desautorizan a la mujer, ni se le
adjudique una posición determinada por su condición. Todos debemos ser partícipes de esta lucha y sumarnos
al compromiso de la igualdad desde cualquier perspectiva, pues todo pequeño
cambio implica una gran transformación, ya sea desde la familia, la escuela,
los medios de comunicación o las relaciones intrapersonales, debemos poner de
nuestra parte para que esta causa se haga eco, primero en nuestro círculo
cercano, y como resultado en todo el mundo. Es necesario tener presente el
recorrido por el que han pasado las mujeres a lo largo de la historia para
poder recibir una educación merecedora, dar voz a la perspectiva feminista y
efectivamente ser conscientes de la situación que vivimos para sí tratar de
mejorarla.
Bibliografía
https://www.youtube.com/watch?v=8jtSqJsjI6M
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